El currículo no solo es escribir por escribir, no es entregar documentación y una cantidad de hojas por entregar, tampoco es frustrar a los profesores antes de iniciar el curso. El currículo es la esencia de la institución educativa, es la guía que hace dar pasos firmes hacia lo que queremos hacer y cómo hacerlo. El currículo es suponer una serie de elementos que van más allá del diseño de planes de estudio y más allá del seguimiento de políticas educativas o del cumplimiento de los temas brindados por un libro de texto. El currículo debe pensarse desde lo más sistémico con la participación de todos los involucrados en el curso. El currículo debe empezar como teoría y preguntarse ¿A quién enseñar? y ¿para qué enseñamos? para así consolidarse en la práctica respondiendo, ¿Qué enseñamos? y ¿Cuándo?, tomando en cuenta una evaluación diagnóstica, formativa y sumativa.
En ese sentido, el currículo brinda herramientas para comprender el contexto, las finalidades de la educación, las secuencias, las estrategias metodológicas y los procesos de evaluación en una institución educativa. Aunque se vea y piense en el éxito de un curso al presentar un currículo que cumple perfectamente con todos los parámetros y elementos requeridos, esto no significa que pueda ser implementado de forma correcta lo cual nos lleva a un fallo. Si se da el caso de un fallo, es indispensable generar estrategias de acompañamiento que permitan proponer vías de trabajo nuevas.
Para que un currículo sea implementado perfectamente, este debe incluir a toda la comunidad educativa, al contexto, los estilos de aprendizaje, los métodos de enseñanza, las practicas pedagógicas dinámicas y herramientas tecnológicas que tengan un alcance significativo. La Secretaria de Educación Pública (SEP) menciona que el diseño curricular parte de reconocer la existencia de varias tensiones fundamentales que son producto de buscar la mejora de la calidad en la educación. (Secretaria de Educación Pública, 2019)
Para terminar, si bien es cierto que el currículo aún se ve como una práctica sin sentido, tediosa y extensa, ahora que empieza el nuevo ciclo escolar, el reto que se debe establecer es implementar un diseño curricular y llevarlo al éxito. Al final de todo, el quien recibe el beneficio es el alumno para quien el docente con vocación trabaja. En otras palabras, el currículo determina el éxito o el fracaso en nuestra labor. Por ello la tarea del docente en esta transformación que nuestro país enfrenta es de diseñar instrumentos de evaluación de la práctica pedagógica que permitan a los estudiantes, directivos y docentes comprender el alcance de un buen currículo. ¡La nueva escuela mexicana no espera! ¡Diseñemos el futuro! ¡Buen inicio de curso!
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